lunes, 20 de diciembre de 2010




Pensaba en ti constantemente, y tú en mí. Estábamos sincronizados, cuándo tú te acercabas, yo me acercaba; cuando tú me besabas, yo te besaba…
Te quería, y lo sabías. Pero esas dos palabras, ocho letras, no daban salido de mi boca. Esas dos palabras eran mucho más fuertes que un simple “bésame”, y por ello, ese miedo atroz a equivocarme.
Pasaron los días y nos fuimos distanciando y, contradictorio o no, cuánto más me alejaba, más te conocía y más te necesitaba cerca.
Pero cuando esas dos palabras salieron de mi boca, era demasiado tarde. Fue entonces cuando comprendí la expresión “un amor de verano”. Tú lo habías sido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario